A veces pensamos que son las bicicletas las que deben adaptarse a las ciudades, pero si queremos obtener objetivos viables de movilidad eléctrica y construir una verdadera Smart City necesitamos cambiar el enfoque. Para conseguir una transición hacia la movilidad sostenible debemos hacernos la pregunta al revés, es decir, ¿Cómo adaptar las ciudades a las bicicletas?
Ejemplos para conseguir una ciudad Bikefriendly
Para conseguir este objetivo es necesario fijarnos en ciudades que ya lo han conseguido, como por ejemplo Copenhague, donde encontramos que el 40% de los trayectos se hacen en bici.
Está claro que los carriles bici que encontramos en las ciudades ayudan a integrar la posibilidad de hacer recorridos urbanos con la bicicleta, pero no es suficiente para conseguir un ecosistema más saludable.
Un ejemplo sería poder entrar las bicicletas a los edificios, para no tener que dejarlas a la intemperie y que no se produzcan tantos robos. Es una forma de cuidarlas y de darles un trato más adecuado, ya que son el vehículo diario de muchas personas y es importante integrarlas en nuestro entorno.
La dispersión y el tamaño del entorno también es importante para conseguir una ciudad Bikefriendly, ya que no tiene porqué estar todo tan aglomerado. Si pudieses ir en bici mientras accedes a una superficie comercial, por ejemplo, sería un espacio más diáfano y menos agobiante que si lo hacemos andando y además podríamos más terreno en menos tiempo.
La accesibilidad también es un punto clave, porque si queremos conseguir una ciudad amiga de las bicis es importante que esté adaptada a este tipo de vehículo de dos ruedas, evitando escalones o lugares imposibles de acceder. Deben ser superficies lisas ideadas para rodar, introduciendo protecciones especiales para reducir los problemas o riesgos según el tipo de clima que se presente, como puede ser lluvia o nieve.
Un ejemplo interesante es Cuyperspassage; un paso pensado para peatones y ciclistas en Amsterdam, bajo la estación principal. Un lugar pensado para conseguir un fácil acceso de peatones y bicicletas con iluminación LED y zonas bien delimitadas, con sistemas que absorben el ruido exterior y consiguen un mayor aislamiento acústico, consiguiendo que este túnel se convierta en una parte central de la ciudad, ya que también se presenta como un monumento visitable de la misma.
El Valle Trenzado de Elche es otro ejemplo para conocer un proyecto que recupera más espacio peatonal, aprovechando las propias complicaciones del terreno, concretamente de un barranco del cauce del rio Vinalopó. Se trenza todo el espacio de lado a lado con caminos flotantes que son atravesados cómodamente por ciclistas y peatones durante tres kilómetros de longitud.
Cykelslangen es otro modelo a seguir, ya que es un llamativo puente de color naranja de Copenhague que es exclusivamente para ciclistas y cuenta con 220 metros de trayecto. Es un paso elevado de dos carriles que une dos puentes muy concurridos en el puerto de la ciudad y en este caso los peatones circulan por la parte inferior, para no mezclarse con los ciclistas, haciendo que cada sector tenga su propio espacio.